2016. Guardianas del monte
Salitas Fundación OSDE, Buenos Aires
Testimoniar, mostrar lo que me interesa y sucede en un universo natural, cercano y esencial me lleva a adaptar mi lenguaje a ese impulso trascendente. Para transmitir ese mundo, el relato puede adquirir muchas y diferentes formas: entre la multiplicidad de posibilidades, yo invento, recreo y asumo una que es propia. Las imágenes que pueblan mis relatos tienen que ver con lo cotidiano, con lo próximo, con lo que me circunda.
Un mundo agredido en su orden natural se convierte en el disparador, en el punto inicial de mi obra. Lo mínimo adquiere trascendencia a través de la imagen, a través de la creación de elementos de interpretación de la realidad codificables. En esta creación, la forma invita a reflexionar sobre el sentido de la existencia, sobre lo que nos rodea.
Nací en Buenos Aires y desde hace muchos años, Resistencia, en la provincia del Chaco, es mi lugar definitivo. El entorno natural que me rodea se convirtió en una opción vital hace ocho años, cuando, cautivada por el monte, decidí construir mi hogar entre la vegetación, dentro de una reserva natural, agreste y desafiante. Toda mi producción está unida indisolublemente a este entorno, se nutre de él. Así, recolecto ramas, nidos, flores, abandonados o resabios del desmonte, y a modo de un coleccionista los guardo y los dibujo, o construyo fardos como despojos de algo que debe ser mostrado, enseñado, develado por la importancia de lo que fue y de lo que hoy solo percibimos su huella.
Entre las diferentes especies que pueblan el espacio que transito día a día, elijo la caraguatá, guardiana del monte, agresiva, dura, no obstante, en franca extinción. Frente a su insistente resistencia, el acero la representa como materia perdurable ante lo efímero y perecedero. Este conjunto simbiótico lleva al expectador- explorador a la interacción con un fragmento de monte apocalíptico, distinto y distante de su arquitectura primigenia.